

Marcelo De Lisio
escritor misionero

Estamos acostumbrados a esas películas de ciencia ficción, donde el futuro es un mundo apocalíptico, con un par de sobrevivientes muy inteligentes, que se dan cuenta de todo y se embarcan en la aventura de salvar a la humanidad, la Tierra o a ellos mismos del colapso total ...
Hagamos un ejercicio y pensemos todo esto en un escenario completamente distinto. Puede ser América Latina, Argentina, o algún pueblito perdido por ahí. No se asusten, pero me tienen que admitir que la cosa cambia radicalmente ¿no? En esta realidad que les propongo vivimos al borde del colapso pero al final, "el FIN" nunca sucede. Sigámoslo esperando, mientras tanto, imagínense un mundo sin combustible, y de alguna manera verán que nos seguimos moviendo, porque no nos vamos a dejar macanear, algo de nafta tiene que quedar.
No tenemos tiempo de frenar nuestras actividades y dejar todo para ir a ver una nave extraterrestre. Primero hay que comer ¿Me explico?
Claro que estamos ante la era de la robótica, ¿pero alguien piensa como se sentiría un robotito entre los vecinos del barrio?, van a ver que muy solo.
La máquina del tiempo, el teletransportador, tenemos todo eso, pero ¿de qué sirven si automáticamente (sin quererlo dirán algunos), repetimos los errores del pasado?
No hay que ser cerrado, no es que no tengamos futuro, solo que da un poco de miedo imaginarlo. Naturalmente esta es una invitación a hacerlo.

Quien tenga oportunidad de acercarse a su letra vacilará entre originalidad y paisaje revelado; entre lo necesario y lo incomprensible. En efecto, no existen discursos que logren homologar una definición de su obra. Aún así, no le es esquivo a las coordenadas temporo espaciales las cuales se suceden como producto de la cábala. Nada más estricto y fuera de lo común: máquinas del tiempo, robots, automóviles eléctricos, naves espaciales, entre otros.
Mi hermano
Nada más ridículo que un profesor de historia escribiendo ciencia ficción...
The Washington Post
